lunes, 1 de diciembre de 2014

Popeye el marinerito




Puntuación: 7


Santuario ocupa un lugar especial dentro de la obra de Faulkner y es que las circunstancias que le rodean son bien distintas a las del resto. Escribió esta novela en 1929 en pleno crak bursátil y con la ley seca implantada en su país, y lo hizo simplemente para ganar dinero. Él mismo reconoció que la única razón de ser de Santuario fueron sus necesidades económicas, por lo que escribió todo aquello que el público quería leer. Concretamente escribió la historia más horrible que pudo imaginarse, y pese a que pasó por varias revisiones, la esencia siguió intacta y su publicación provocó un gran escándalo para la sociedad de la época. Cuál fue el resultado? La obra más vendida de Faulkner y la que le dió notoriedad.

Pese a esto Faulkner despreciaría durante toda su vida la novela que le brindó popularidad, calificándola como la peor de sus obras sin ningún tipo de dudas. Tanto es así que fue el único libro que no regaló a su madre, pidiéndole además que nunca lo leyera. Esta, sin embargo, lo leyó pero nunca se lo confesó a su hijo.

Sea como fuere este autor tenía una mente brillante, una capacidad de trabajo enorme y una disciplina férrea. Dando como resultado, en el caso que nos ocupa, una obra trascendental.
La trama gira en torno a la violación de una joven con una mazorca. Sí, habéis leído bien. Y aunque hoy en día parezca no haber limites a la escabrosidad, como ya he dicho provocó gran controversia en aquellos años. Faulkner, gustoso de poner referencias culturales en sus obras, llama a uno de los personajes principales "Popeye" (que por cierto significa ojos saltones).  Al igual que el Macondo de García Márquez, quien señaló en repetidas ocasiones la enorme influencia que Faulkner ejerció sobre él, Santuario se desarrolla en la ficticia Yoknapatawpha, presente también en otras de sus novelas.

Santuario es una novela dificil, no ya por su trama, si no por la narrativa característica de Faulkner. Por lo que necesita bastante implicación por parte del lector.

Publicada inmediatamente después de la que posiblemente sea su mejor obra, El ruido y la furia, Santuario no hace si no aumentar la valía de uno de los mejores autores estadounidenses del siglo XIX. Uno más de la llamada generación perdida, premio novel de literatura, que, según dicen, competía dura e incansablemente con otro grande: Ernest Hemingway.




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