domingo, 28 de diciembre de 2014

Y juntos atravesaron la verja hacia el mundo muggle.


 Puntuación: 8

Segunda parte al mismo nivel que la primera. Y no es fácil.

Harry Potter regresa a Hogwarts para comenzar el segundo curso y allí se reencontrará con personajes ya conocidos y con otros nuevos, destacando a Dobby y Gilderoy Lockhart. Dos personajes, dicho sea de paso, por los que tengo cierta debilidad. El primero es entrañable, aunque a veces saque de quicio, y el segundo es particularmente divertido.
Donde antes teníamos una piedra filosofal ahora tenemos una cámara secreta, y en torno a ella gira toda la trama (lo que podemos deducir por el título jeje).

Poco a poco vamos conociendo Hogwarts tanto como nuestra propia casa, y tú mismo andas por los pasillos, bajas a las mazmorras o pasas las tardes de invierno frente a la chimenea de la sala común. Joder que friki acaba de sonar esto. Pero es la verdad. Quien haya leído Harry Potter y no haya sentido esto le aseguro que no ha disfrutado realmente de los libros.

Harry Potter y la cámara secreta tiene el encanto de los primeros libros de la saga, donde el trío protagonista es aún muy joven y las tramas son más sencillas. A través de los ojos de Harry vas descubriendo ese mundo mágico con polvos flu, mandrágoras y coches voladores. Pese a los misterios, intrigas y preocupaciones, que las hay, sabes que lo gordo está por venir y ahora es tiempo de disfrutar de la magia. Simplemente.

Hay una frase, la última del libro, que por tonterías y sinsentidos de la vida se me quedó grabada hace años en la cabeza y si todavía no se me ha olvidado no creo que nunca lo haga. Por eso, le doy el tremendísimo honor de ponerla como título.

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