sábado, 18 de abril de 2015

Crimen y castigo.


 Puntuación: 10

DOSTOYEVSKY.

Qué se puede decir si con el nombre se dice todo. Hablar de Dostoyevsky en literatura es como hablar de Mozart en música, de Marlon Brando en cine o de Picasso en pintura. Es un nombre que la literatura lleva y llevará tatuado para siempre por ser uno de los más grandes escritores de todos los tiempos.

Dostoyevsky, junto con Tolstoi y más tarde Pasternak o Nabokov, lleva la literatura rusa a su punto álgido. Y cómo no hacerlo con obras como Los hermanos Karamazov, El idiota o la que ahora nos ocupa, Crimen y Castigo.

Es esta una de las mejores novelas que se pueden leer. Es perfecta.

Sería absurdo, por lo complejo del asunto, intentar llevar a cabo un análisis detallado de esta obra en una entrada de este blog, pues requeriría hojas y hojas y horas y horas. Sería absurdo, además, teniendo en cuenta que la complejidad psicológica que trasciende de las líneas de Crimen y Castigo serían adecuadamente explicadas por un experto y no por un aficionado lector como yo.

No, yo simplemente puedo dar un simple punto de vista sobre esta obra de la que a la vista está su trascendencia.

Crimen y castigo cuenta la historia del joven Rodión Raskólnikov. Universitario de San Petesburgo sobre el que su familia a invertido todo su dinero y toda su esperanza. Pese a los grandísimos esfuerzos de su familia, nuestro protagonista malvive y apenas pisa la universidad. Son estas circustancias las que lo llevan a plantearse asesinar a una vieja usurera para robarle.

Se produce el asesinato, descrito con mano maestra, y las circustancias provocan que no sea la usurera la única asesinada. Es entonces, es a partir de este punto donde termina el Crimen y donde empieza el Castigo. Toda la novela no es más que una descripción sobre Raskólnikov desde lo más profundo, desde las entrañas del personajes. Presenciamos la evolución de su carácter, contemplamos sus miedos, sus paranoyas, asistimos a todos y cada uno de sus pensamientos. Vemos, gracias a Dostoyevsky, la penitencia del protagonista como si la soportásemos nosotros mismos.

No es solo la trama, ni el carácter psicológico de la novela, es también esa manera de contarla, ese auténtico don que tenía el autor para escribir y describir como nadie. Son esas conversaciones con el policía, son esas mentiras, esos engaños, esos pensamientos, esa miseria, ese San Petesburgo desde los ojos de este joven pobre que tan bien conoce Dostoyevsky y es ese asesinato que forma parte de los más inmortales momentos de la literatura universal.

Crimen y castigo es una obra fundamental, fun-da-men-tal.

Por último (y como ya dije en otras ocasiones) hay novelas que, aunque la falta de ideas (o la soberbia) puedan conducir a querer llevarlas al cine, es mejor no hacerlo. Novelas como Crimen y castigo no pueden llevarse al cine, es imposible. La esencia de la novela hace que sea im-po-si-ble verla en el cine o en la televisión, pues perdería todo lo que es.

Así pues, por ejemplo, Crimen y castigo de 1998 protagonizada por Patrick Dempsey es directamente un insulto. Considero que es mil veces mejor, y mucho más efectivo, hacer adaptaciones libres e inspirarse vagamente en la novela, como ha hecho Woody Allen con Match Point. Eso ya es otra cosa.

Raskolnikov ignoraba que no podría obtener esta nueva vida sin dar nada por su parte, sino que tendría que adquirirla al precio de largos y heroicos esfuerzos...

Pero aquí empieza otra historia, la de la lenta renovación de un hombre, la de su regeneración progresiva, su paso gradual de un mundo a otro y su conocimiento escalonado de una realidad totalmente ignorada. En todo esto habría materia para una nueva narración, pero la nuestra ha terminado.

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