LATINO. TENGO EL COLOR QUE LE GUSTA A TARANTINO.
Mientras veo Desperado tengo la sensación de estar viendo algo muy muy friki, y bien parece que Tarantino no se limitó a hacer un cameo si no que metió la zarpa por algún otro lado.
Es esta la segunda parte de una trilogía sobre un mariachi mejicano y su venganza. Me gustaría saber cómo es acogida en Mejico (lindo y querido) esta película (o la trilogía). Según parece, al cruzar la frontera del sur de EE.UU. te adentras en el mismísimo infierno. En el pueblucho que nos ocupa hay más droga que en todo Estados Unidos. La puedes encontrar dentro de las guitarras, en los libros, en el baño de un bar, en una ratonera, en una caja de galletas, en una lata de sardinas…Por no hablar de la facilidad que hay para apretar el gatillo.
Si alguien debe dinero a otro alguien: lo mata.
Si uno quiere explicar algo: mata a un compañero.
Si a uno no lo atienden: mata a un compañero.
Si uno se coge un berrinche: mata al que tenga más a mano.
Si alguien cuenta un chiste en un bar: se mata al amigo.
Si hay alguien nuevo en el pueblo: se le mata.
Si pides la carta de reclamaciones: se te mata.
Si te tiras un pedo: se te tortura y luego se te mata.
Si esto no es el infierno no sé qué podrá ser. Además tenemos ese ambiente putrefacto donde hasta el mismísimo Antonio Banderas parece estar sucio durante toda la película. Podía aprender un poco de su compañera Salma, que va impoluta allá por donde pisa.
Estos dos, Antonio y Salma, hicieron las delicias de los norteamericanos. Dos latinos no. ¡Dos latinazos!. Ellos quieren ser como él y babean por ella. Ellas envidian a Salma y babean por el mariachi.
Como ya he dicho me pareció estar viendo una peli muy friki, sobre todo con el final y la entrada en acción de “Campa” y “Quino” con sus respectivas novias (guitarras). Los 3 solitos acabaron con medio pueblo y dos de ellos perecieron en la contienda como quien va al supermercado. Así, sin más.
La situación es tal que así:
Escena 1:
Antonio Banderas llama por teléfono: “Campa, ¿está ahí Quino?, ¿cuánto tardaréis en llegar a Santa Cecilia?. Vale. ¡Ah!, traed las guitarras”.
Escena 2:
Antonio Banderas mira a Campa y a Quino: “Otra vez juntos eh”.
Campa y Quino: “Sí”.
Antonio Banderas: “Vamos a tocar”.
Masacre en la que mueren Campa y Quino. Antonio no da ni las gracias.
Entre medias debió pasar algo o no me explico que fenómeno telepático pasó. Los 3 llegan al mismo sitio por separado. Uno en bus, otro en coche y otro andando. Ni se llamaron para quedar en tal sitio a tal hora ni hostias ¿para qué?. Por no hablar de la mala educación que tienen los señoritos que llegan y ni se miran, ni se saludan y ni se pronuncia un simple qué tal. Además también me debí perder el momento en el que quedan con los malos (para darse matarile) unos a otros. A los pocos segundos de llegar Campa, Quino y Antonio, aparece toda la tropa de narcos haciendo gala de puntualidad y buenos modales.
Con todo y pese a todo no puedo decir que no me guste porque sí que me gusta. Steve Buscemi está brillante, como acostumbra. El fantástico cameo de Tarantino y su chiste me quedan ya para el recuerdo. Los tiroteos de Antonio son tan fantasmas, pero tan tan fantasmas y son tan frikis que me gustan e incluso me hacen reír. Y por supuesto no podemos olvidarnos de la canción. Esa canción que hace las delicias de todo Don Juan y su damisela. Solo por la canción ya merece la pena sentarte a ver la peli.
Soy un hombre muy honrado, que me gusta lo mejor. Las mujeres no me faltan ni el dinero ni el amor. Jineteando en mi caballo…
Mientras veo Desperado tengo la sensación de estar viendo algo muy muy friki, y bien parece que Tarantino no se limitó a hacer un cameo si no que metió la zarpa por algún otro lado.
Es esta la segunda parte de una trilogía sobre un mariachi mejicano y su venganza. Me gustaría saber cómo es acogida en Mejico (lindo y querido) esta película (o la trilogía). Según parece, al cruzar la frontera del sur de EE.UU. te adentras en el mismísimo infierno. En el pueblucho que nos ocupa hay más droga que en todo Estados Unidos. La puedes encontrar dentro de las guitarras, en los libros, en el baño de un bar, en una ratonera, en una caja de galletas, en una lata de sardinas…Por no hablar de la facilidad que hay para apretar el gatillo.
Si alguien debe dinero a otro alguien: lo mata.
Si uno quiere explicar algo: mata a un compañero.
Si a uno no lo atienden: mata a un compañero.
Si uno se coge un berrinche: mata al que tenga más a mano.
Si alguien cuenta un chiste en un bar: se mata al amigo.
Si hay alguien nuevo en el pueblo: se le mata.
Si pides la carta de reclamaciones: se te mata.
Si te tiras un pedo: se te tortura y luego se te mata.
Si esto no es el infierno no sé qué podrá ser. Además tenemos ese ambiente putrefacto donde hasta el mismísimo Antonio Banderas parece estar sucio durante toda la película. Podía aprender un poco de su compañera Salma, que va impoluta allá por donde pisa.
Estos dos, Antonio y Salma, hicieron las delicias de los norteamericanos. Dos latinos no. ¡Dos latinazos!. Ellos quieren ser como él y babean por ella. Ellas envidian a Salma y babean por el mariachi.
Como ya he dicho me pareció estar viendo una peli muy friki, sobre todo con el final y la entrada en acción de “Campa” y “Quino” con sus respectivas novias (guitarras). Los 3 solitos acabaron con medio pueblo y dos de ellos perecieron en la contienda como quien va al supermercado. Así, sin más.
La situación es tal que así:
Escena 1:
Antonio Banderas llama por teléfono: “Campa, ¿está ahí Quino?, ¿cuánto tardaréis en llegar a Santa Cecilia?. Vale. ¡Ah!, traed las guitarras”.
Escena 2:
Antonio Banderas mira a Campa y a Quino: “Otra vez juntos eh”.
Campa y Quino: “Sí”.
Antonio Banderas: “Vamos a tocar”.
Masacre en la que mueren Campa y Quino. Antonio no da ni las gracias.
Entre medias debió pasar algo o no me explico que fenómeno telepático pasó. Los 3 llegan al mismo sitio por separado. Uno en bus, otro en coche y otro andando. Ni se llamaron para quedar en tal sitio a tal hora ni hostias ¿para qué?. Por no hablar de la mala educación que tienen los señoritos que llegan y ni se miran, ni se saludan y ni se pronuncia un simple qué tal. Además también me debí perder el momento en el que quedan con los malos (para darse matarile) unos a otros. A los pocos segundos de llegar Campa, Quino y Antonio, aparece toda la tropa de narcos haciendo gala de puntualidad y buenos modales.
Con todo y pese a todo no puedo decir que no me guste porque sí que me gusta. Steve Buscemi está brillante, como acostumbra. El fantástico cameo de Tarantino y su chiste me quedan ya para el recuerdo. Los tiroteos de Antonio son tan fantasmas, pero tan tan fantasmas y son tan frikis que me gustan e incluso me hacen reír. Y por supuesto no podemos olvidarnos de la canción. Esa canción que hace las delicias de todo Don Juan y su damisela. Solo por la canción ya merece la pena sentarte a ver la peli.
Soy un hombre muy honrado, que me gusta lo mejor. Las mujeres no me faltan ni el dinero ni el amor. Jineteando en mi caballo…
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