El
pasado miércoles fui al cine con mi grupito habitual de cinéfilos y mientras
estábamos debatiendo sobre qué película ver saqué mi móvil (para no sé qué cosa)
y uno de mis amigos me espetó:
“¿Qué?. ¿¿Vas a criticar el capitalismo desde tu nuevo móvil??”.
“¿Qué?. ¿¿Vas a criticar el capitalismo desde tu nuevo móvil??”.
Me lo
dijo con recochineo y aunque sé de sobra que me lo dijo para ver si lograba picarme
(como después me dijo) me hizo pensar.
Ya estoy acostumbrado a “ataques” de todo tipo, desde el clásico “pues
vete a vivir a Cuba o a Venezuela” o “qué haces en España si tan mal se está?”
hasta “yo te pagué los estudios con mi dinero, con mis impuestos, vas al médico
con mi dinero, mucho criticas pero bien que chupas del bote”, “tú no sabes lo
que pasa allí porque no vives allí”, “el Che Guevara era un asesino” o “yo sé lo que pasa allí porque tengo/tuve
familia allí y/o fui de vacaciones”.
Quizás
haga alguna entrada en un futuro para responder alguno de esos “ataques” que a
decir verdad no los considero tales (y por
eso entrecomillo la palabra) si no simple ignorancia, falta de confianza y
seguridad en lo que se está diciendo, tal vez fruto de una comprensible rabia
porque alguien contradiga lo que uno siempre creyó como verdad sin tener ni
idea y/o como consecuencia de la incomprensible reticencia a aprender o comprender
y pensar que uno siempre tiene la razón. Quizás haga, como iba diciendo, una
entrada para responder cualquiera de esas frases envenenadas pero hoy me centraré
en la que me dijo mi buen amigo, la que me dijiste tú, si tú, que me lees
regularmente y sé que ahora estás leyendo esto y te lo agradezco. Tú me lo dijiste, como ya dije, sin ninguna
maldad, pero hay muchísima gente que en verdad tiene ese pensamiento y se lo
cree y te lo suelta en la cara por menos de nada. Y como cualquier excusa es
buena para darle a la tecla voy a pasar a contaros la historia de mi nuevo
móvil para seguidamente comentar lo que pienso a este respecto.
Tengo
un Samsung Grand 2.
Los móviles no es precisamente algo que me obsesione, de hecho más bien todo lo contrario. Tengo amigos que están cegados con conseguir tal o cual móvil, el último modelo, por tener esta u otra marca, por querer cambiar el móvil cada X tiempo sí o sí, por decir a todo aquel que se le pasa por delante que su supermóvil nuevo tiene tanta memoria, tantas incorporaciones, tal tecnología y tales cosas que en realidad no sabe ni lo que es ni de lo que habla. Tengo conocidos con el cerebro carcomido por los móviles y me alegro de no ser como ellos en ese aspecto. (Yo lo tengo carcomido por otras cosas, pero no por móviles).
Los móviles no es precisamente algo que me obsesione, de hecho más bien todo lo contrario. Tengo amigos que están cegados con conseguir tal o cual móvil, el último modelo, por tener esta u otra marca, por querer cambiar el móvil cada X tiempo sí o sí, por decir a todo aquel que se le pasa por delante que su supermóvil nuevo tiene tanta memoria, tantas incorporaciones, tal tecnología y tales cosas que en realidad no sabe ni lo que es ni de lo que habla. Tengo conocidos con el cerebro carcomido por los móviles y me alegro de no ser como ellos en ese aspecto. (Yo lo tengo carcomido por otras cosas, pero no por móviles).
Hace 3
años estaba en una clase en la facultad y me pasó algo que nunca olvidaré.
Tenía mi móvil sobre la mesa, al lado de mi folio y mi bolígrafo, y el chico
que tenía al lado y con el cual no había hablado nunca, repito, NUNCA, me cogió
el teléfono boquiabierto y tan impresionado como si hubiera visto el Santo
Grial me soltó: “Tío, este es el peor móvil que he visto en mi vida”.
Me quedé tan sorprendido y me impactó tanto esa reacción, esa frase, que alguien en medio de una clase pueda decirle eso a alguien que no conoce y me dio tanto que pensar que creo que nunca se me olvidará. (Por cierto, he de decir que algo tuvo de bueno haber dejado ese móvil encima de la mesa porque este curioso momento dio lugar a una buena amistad entre el citado compañero atrevido y yo).
Bien, es cierto que tenía un móvil bastante atrasado para lo que se llevaba y
que lo tenía conmigo desde hacía bastantes años, que tenía la pantalla rajada y
que incluso estaba roto por un lado. Cada uno que me veía con el móvil me decía
cosas del tipo “Pero porqué no lo cambias?!, es muy fácil, mira llamas a tu compañía, dices
que te vas y te ofrecen los que quieras!” , “Va siendo hora de retirar ese móvil
que tiene más años que tú”… Pero bueno, entre que, como ya he dicho, los
móviles no me quitan el sueño y teniendo en cuenta mi conocida vagancia iba tirando con
un teléfono que me bastaba para lo que quería; mandar mensajes, hacer o recibir
llamadas e ir escuchando música con los cascos por la calle.
Seguí
con mi viejo móvil hasta que un cambio de tarifa, que yo no realicé, me dio un
móvil nuevo. Cambié el aparato pensando en cuánto me costaría hacerme al nuevo
móvil táctil. No tenía marca y era de gama baja. Pasaba casi medio minuto desde
que daba a una opción (por ejemplo la galería o la agenda) y dicha opción se
abría. Mi compañero de piso se horrorizaba cada vez que veía la lentitud de mi
móvil. Pese a esto, era mi nuevo móvil y además tenía algo que no tenía el anterior;
whatsapp. No me importaba que tuviera que desinstalarlo cada dos días porque el
almacenamiento se me llenara y no me dejase hacer nada, y por supuesto tampoco
me daba más que por el citado problema con el almacenamiento no pudiera tener
ninguna aplicación más.
Estuve con ese móvil estos años tan a gusto hasta que me llamó mi madre y me
dijo que había un móvil que le habían regalado a mi padre, que el susodicho no
lo quería (posiblemente por lo mucho que le debió costar manejarse con su
propio móvil como para ahora cambiarlo) y que nadie más podía usarlo porque era de una
compañía a la que únicamente pertenecemos mi padre y yo. El caso es que me
preguntaba si yo lo quería y le dije la verdad, que me daba igual. Me lo volvió
a preguntar 4 ó 5 veces más y las 4 ó 5 veces le respondí lo mismo, que me daba
igual. Y es que ciertamente me daba igual coger ese móvil o seguir con el que
tenía porque como llevo diciendo hasta ahora los móviles me preocupan bastante
poco. Si me hubiese preguntado si quiero una pata de jamón no me lo pensaba dos
veces. El caso es que finalmente me encasquetó el móvil. A fin de
cuentas es mejor que lo tuviera yo a que se quedase en su caja cogiendo polvo no?.
Traje el móvil a mi casa y me costó cielo y tierra hacer el cambio gracias
a mi ya citada vagancia, sobre todo en lo concerniente a tales asuntos. Tras
dos semanas demorándolo por fin hice el cambio, ya tenía en mis manos, y
dispuesto a usar cuando fuera necesario, el Samsung Grand 2.
Unos
cuantos días después voy al cine, saco mi nuevo móvil y escucho a uno de mis
amigos decir: “¿Qué?. ¿¿Vas a criticar el capitalismo desde tu nuevo móvil??”.
¡Pues
no!.
No porque en mi blog solo escribo con teclado, con el portátil, pero si
pudiera por supuesto que lo haría. Es la misma estupidez que decir que no
puedes llevar una gorra de Nike o unos playeros de Adidas si criticas el
capitalismo o si defiendes el socialismo. Quien de verdad piense esto está
pensando una estupidez, es una total falta de conocimiento o una ignorantada, como
lo quieras llamar. Es básicamente no tener ni zorra idea de lo que hablas. Es
no saber ni lo que es ni lo que hace ni lo que busca el capitalismo ni lo que
es ni lo que hace ni lo que busca el socialismo u otro sistema.
¿Hay
que ser un zarrapastroso, ir con la ropa agujereada o tejida por uno mismo, no
tener televisión, no tener coche o no beber una Fanta de naranja y hacer voto
de pobreza si defiendes el socialismo?.
No. No hay que vestirse con una camiseta
del Che ni llevar boina ni botas para aparentar ser cualquier cosa ni mucho
menos. Es que por esa regla de 3 tendría que bajar a la calle a hacer mis
necesidades porque el retrete es de una multinacional, tendría que irme al mar a asearme porque la
ducha proviene de otra multinacional. No podría comer, a menos que me comprase
unas cuantas vacas y cultivase unas cuantas berzas, porque la comida proviene
de grandes compañías alimenticias y por supuesto no podría pisar ni el
Mercadona, ni ninguna tienda de Inditex ni nada parecido. No podría ir al cine,
no podría ver películas, no podría comprar bombillas ni botellas de agua. No
podría ir a una gasolinera a echar gasolina y es que ni siquiera podría tener
coche.
Es tan absurdo como decir que uno que bota por el PP no puede comprarse cualquier cosa que ponga Made in China porque allí el estado controla la producción y se supone que es comunista (que de comunista no tiene nada, pero bueno).
Es tan absurdo como decir que uno que bota por el PP no puede comprarse cualquier cosa que ponga Made in China porque allí el estado controla la producción y se supone que es comunista (que de comunista no tiene nada, pero bueno).
¿Es que
alguien piensa que con el socialismo no habría técnicos, no habría
investigación, se erradicaría la alta tecnología y volveríamos a ir en caballo
o en burro y a comunicarnos con palomas mensajeras?. ¿Se opone el socialismo a
los avances?.
El
capitalismo abarca todo lo que vemos y es imposible no participar de él cuando
estás implantado en este sistema. Hay que tener bien claro lo que es el
capitalismo u otro sistema como el
socialismo para empezar a hablar sobre ello. El socialismo no es coger un
billete de 500€ y romperlo por la mitad, tirar abajo las grandes empresas del
mundo, quemar los bancos y vivir todos al aire libre fumando la pipa de la paz,
olvidándonos de la economía y cantando viva la gente. No, el socialismo es algo
tan sencillo como poner la economía al servicio del pueblo y no al revés, como
pasa con el capitalismo, que es poner el capital por encima del pueblo, por
encima del ciudadano.
Y por descontado el socialismo también busca la eliminación de clases sociales, la igualdad entre ciudadanos.
Y por descontado el socialismo también busca la eliminación de clases sociales, la igualdad entre ciudadanos.
Si un
señor aboga por un sistema más justo, por un sistema más igualitario que nos
beneficie a todos, repartiendo la riqueza entre todos, por la no acumulación masiva de unos en
detrimento de otros y mientras tanto dirige un negocio en el que explota a sus
empleados y a los que ni siquiera hace contrato entonces sí puedes recriminarle
lo que quieras (y más) porque no tiene ni principios ni dignidad alguna. Pero si
un ciudadano que ganó su dinero honradamente lo gasta en lo que él quiere o en
lo que buenamente puede, no hay nada que se le tenga que reprochar, ni más
faltaba. Cuando este ciudadano cree que el sistema en el que vive es un mal
sistema (y no hace falta comentar aquí las barbaridades que hace el
capitalismo) deberá luchar (si puede luchar) de una u otra forma y aportar su
granito de arena para que la situación se torne hacia un sistema más justo para
todos. Pero esto no significa que contradiga sus principios por comprar tal
cosa de tal empresa o por tener su hipoteca en el banco X aún sabiendo que ese
banco está recibiendo dinero procedente de sus propios impuestos y que quita la casa a quien sea.
El que así lo
crea es que no entiende nada.
Sabemos de sobra que no son los grandes directivos,
los grandes multimillonarios, los grandes dueños de esas empresas que explotan
a muchos de sus trabajadores, los que tienen talleres ilegales con niños
empleados, los que se benefician de regímenes de semiesclavitud o de condiciones
pésimas de trabajo, sabemos que no son ellos los que cosen los balones, los que
hacen los zapatos, los que hacen las camisetas, los que están en una cadena de montaje, los que diseñan un nuevo móvil
o los que fabrican un coche. No, son los trabajadores, son todos ellos los que
de verdad forman la empresa y a todos y cada uno de ellos debería pertenecer
una parte de la misma. Los trabajadores que se dejan la piel, su tiempo y hasta su vida en su puesto de trabajo deberían participar en la propiedad de la
empresa, en sus beneficios y en sus decisiones. Como así vemos en muchos casos sin que perjudique por ello la buena marcha de
la empresa.
De
estas premisas precisamente se parte cuando un país dice no. No, las riquezas
de este país son del pueblo y para el pueblo, no va a venir una empresa a
explotar estas riquezas para que de ellas se beneficie un puñado de personas y
nuestro pueblo se vea carente de ellas. De estas premisas se parte cuando se
exige a una empresa que quiera entrar a comercializar o a hacer negocio en un
país toda una serie de condiciones. De no ser así ¿la empresa qué hace?. Se va
a un país donde la población trabaje 25 horas al día, 8 días a la semana, todos
los días del año por un trozo de pan y un vaso de agua. Total, si el país le
permite a la empresa extranjera hacer esto que más le da a ella ¿no? Culpa del
país. Eso sí, si un país te dice que debes cumplir unas condiciones mínimas
para garantizar el bienestar de tus ciudadanos eres un país muy malo porque no
das vía libre a las grandes empresas. Y si como antes dije pones las riquezas
del país al servicio de tu pueblo y no de unos pocos eres lo peor delo peor. Vas en contra del mercado, estás en contra de la democracia y de la libertad. Eres el diablo.
En fin.
¿Debería
hacerse boicot a todo producto de grandes empresas? Los perjudicados son los
trabajadores, se les despide teniendo millones en beneficios imagínate si la
empresa tiene pérdidas. Como vengo diciendo el problema está en el sistema, y
solo, repito, SOLO, teniendo claro cómo es el sistema en el que estás inmerso
podrás apoyarlo o criticarlo. En caso contrario lo único que consigues es
escupir hacia arriba.
Y ojo,
lo que he escrito hasta ahora no tiene nada que ver con la opinión que yo tenga
sobre las marcas, que es otro asunto muy diferente. Y de hecho creo que comprar
basándote en la marca es la mayor gilipoyez, tontada, bobada y mamarrachada que
hay. Y más cuando sé de sobra, porque lo sé, que compras la marca. No compras
calidad, no compras seguridad. No, compras marca. Una cosa es tener, como tiene todo el mundo,
tus playeros, tu chándal, unas camisetas o un par de pantalones de marca, un móvil o lo que
sea y otra cosa es comprar única y
exclusivamente cosas de marca, de marca cara, cuanta más tengas y cuanto más grande
sea el logo mejor. Sale el nuevo modelo carísimo y exclusivo de tal cosa y zas!
ahí voy yo, vi a esta famosa con esto de marca y zas! ahí voy yo. Los
marquistas, que lo son por pura superficialidad (defecto de los que más odio en
este mundo) deberían darse cuenta de eso y del robo que les están haciendo. Y
es que además el ser marquista parece ir de la mano con apoyar un capitalismo que
te controla, que te domina, que te hace tonto y que aún así hace que pienses
(por ejemplo) que en el socialismo, comunismo o cualquier otro sistema que no
sea ese no vas a poder vestir tan divino/a de la muerte. ¡Qué horror!. ¡Marcas o muerte!. ¡Hasta la marca siempre!.
Un poquito de porfavor.
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