jueves, 5 de febrero de 2015

Así son los cambios producidos por los años, y así pasan las cosas, igual que un cuento contado.



Puntuación: 8

La tienda de antigüedades es una novela un poco olvidada (por lo menos en España) entre la obra de Dickens, aunque en su día fue todo un éxito y los lectores se contaban por cientos de miles. 

Como era habitual en la época y como ya hiciera en otra ocasión, Dickens publicó esta novela por entregas, estructurando la historia de tal forma que el final de cada entrega dejaba al lector con unas ganas tremendas de leer los siguientes capítulos. Vamos, como si de los capítulos de Lost se tratase. Además, esto tenía sus ventajas ya que Dickens podía comprobar y valorar la reacción de la gente, sus preferencias, sus opiniones y sus gustos, modelando, detallando y quizás modificando así los futuros acontecimientos de la novela.

Fue tal el éxito de La tienda de antigüedades que cuando solamente faltaba la última entrega de la novela oleadas de fans invadieron el puerto de Nueva York para preguntar a los barcos ingleses que llegaban si la pequeña Nelly había muerto o seguía con vida. 

Por otra parte, el final de la novela tuvo mucha, muchísima repercusión y fue tan aclamado como rechazado y duramente criticado, lo cual se refleja en la anécdota de Daniel O´Connell cuando tras terminar el libro lo lanzó por la ventana del impacto, la impresión y la tristeza que le dio.

En cuanto a mí, me gustó mucho (no esperaba menos siendo tal autor), pero no tanto como otras de sus novelas. Es un libro bastante largo y se lee con más o menos facilidad. Tiene un malo malísimo, casi demasiado extremo, casi demoníaco diría yo. Y frente a él tenemos a la pequeña Nelly que es poco menos que un ángel. Juega Dickens, por tanto, con un maniqueísmo que nunca me ha gustado mucho, ni en la literatura ni en el cine. Pero bueno, hay muchas otras cosas que compensan esto y dan lugar a una obra notable. Podemos decir que en este sentido es similar a, por ejemplo, Harry Potter, ya que tenemos a un malvado que es Voldemort o Daniel Quilp y un niño bueno que es Harry Potter o Nelly. 

Por último, quiero mencionar a otro de los personajes principales de la novela: el abuelo. No sé, realmente no sé, qué intenciones tenía Dickens con este personaje. Yo, seguramente distando mucho de las opiniones de otros lectores, no simpatizo en absoluto con él, ni tiene mi compasión, ni comprendo sus acciones. Sé de sobra que la ludopatía es una enfermedad, pero lo que él hace ni lo entiendo ni lo quiero entender, y desde luego es la losa y la gran carga de su nieta Nelly, y muy culpable del final de esta.

Con todo, La tienda de antigüedades es muy buen libro, muy recomendable.

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