Puntuación: 8
La tienda
de antigüedades es una novela un poco olvidada (por lo menos en España) entre la obra de Dickens, aunque
en su día fue todo un éxito y los lectores se contaban por cientos de miles.
Como
era habitual en la época y como ya hiciera en otra ocasión, Dickens publicó
esta novela por entregas, estructurando la historia de tal forma que el final
de cada entrega dejaba al lector con unas ganas tremendas de leer los
siguientes capítulos. Vamos, como si de los capítulos de Lost se tratase. Además, esto tenía sus
ventajas ya que Dickens podía comprobar y valorar la reacción de la gente, sus
preferencias, sus opiniones y sus gustos, modelando, detallando y quizás
modificando así los futuros acontecimientos de la novela.
Fue tal
el éxito de La tienda de antigüedades que cuando solamente faltaba la última
entrega de la novela oleadas de fans invadieron el puerto de Nueva York para
preguntar a los barcos ingleses que llegaban si la pequeña Nelly había muerto o
seguía con vida.
Por
otra parte, el final de la novela tuvo mucha, muchísima repercusión y fue tan
aclamado como rechazado y duramente criticado, lo cual se refleja en la anécdota
de Daniel O´Connell cuando tras terminar el libro lo lanzó por la ventana del
impacto, la impresión y la tristeza que le dio.
En
cuanto a mí, me gustó mucho (no esperaba menos siendo tal autor), pero no
tanto como otras de sus novelas. Es un libro bastante largo y se lee con más o
menos facilidad. Tiene un malo malísimo, casi demasiado extremo, casi demoníaco
diría yo. Y frente a él tenemos a la pequeña Nelly que es poco menos que un
ángel. Juega Dickens, por tanto, con un maniqueísmo que nunca me ha gustado
mucho, ni en la literatura ni en el cine. Pero bueno, hay muchas otras cosas
que compensan esto y dan lugar a una obra notable. Podemos decir que en este
sentido es similar a, por ejemplo, Harry Potter, ya que tenemos a un malvado que es Voldemort
o Daniel Quilp y un niño bueno que es Harry Potter o Nelly.
Por
último, quiero mencionar a otro de los personajes principales de la novela: el
abuelo. No sé, realmente no sé, qué intenciones tenía Dickens con este
personaje. Yo, seguramente distando mucho de las opiniones de otros lectores,
no simpatizo en absoluto con él, ni tiene mi compasión, ni comprendo sus
acciones. Sé de sobra que la ludopatía es una enfermedad, pero lo que él hace
ni lo entiendo ni lo quiero entender, y desde luego es la losa y la gran carga
de su nieta Nelly, y muy culpable del final de esta.
Con todo,
La tienda de antigüedades es muy buen libro, muy recomendable.
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